lunes, agosto 07, 2006

oh such a perfect day!

Bueno pues aquí no hay ningún afán de hacerle competencia al Myspace de los rechazados en la UNAM. Si alguien quiere compartir sus desgracias, yo aceptaré cualquier tipo de comentarios. Y para empezar, compartiré una personal y muy reciente.
El miércoles, en clase, la maestra nos alentaba y casi nos exigía, en el contexto de una platica de café (cuando tenia que ser una discusión académica) a “cambiar el mundo”, e irónicamente decía: “qué vamos a hacer muchachos, ustedes digan, yo estoy dispuesta a todo porque yo aquí los veo a todos muy dispuestos, entusiastas, con ganas de cambiar las cosas”.
Yo recordaba aquellas preguntas en el examen de admisión: “¿Alguna vez has querido dejar de estar vivo?. Y pensaba “¡éste es el momento!” se me ocurrió mirar las caras de mis compañeros pero sólo para pasar a un nuevo estado de impresión e incredulidad; la mayoría eran caras somnolientas, grises, ojerosas, aburridas apáticas y con miradas dispersas..... Me hubiera gustado tanto grabar esa escena, hubiese sido una joya, nunca el letargo se me había hecho tan evidente.
Entonces, a falta de una cámara de video, apreté los cachetes mucho para no reír, volví mi cabeza, y me puse a pensar en lo terrible que era el peinado de la tan prestigiada e insulsa señora al frente que para colmo se llama CONSUELO.

“Sé que de aquí va a salir la propuesta que mejore la situación de este país”, decía la pobre, que, por cierto, es esposa de uno de los antropólogos más importantes en México, pero es tan venenosa la mujer.

Afirmaría que la escena me cayó como un gran balde de agua, si no fuera porque estoy obligada a contar lo que pasó después....
Salí yo de la clase como a eso de las 8:30 de la noche y ahí iba yo, rumbo a mi casa, pensando en lo importante que era terminar con ese tipo discusiones si es que realmente algo se quería hacer para cambiar este puto país. La ciudad daba señales de que algo fuerte estaba pasando, llovía tétricamente y en exceso, generalmente yo ya estoy curada de lluvias cuando me agarran en medio del tráfico, pero esto era algo serio. Las calles estaban sin luz, llenas de hojas, conforme me acercaba al centro-poniente, hasta granizo tenían. Pero en ese momento lo que a uno le interesa es llegar... así que gracias a mi ignorancia acerca de fenómenos meteorológicos y a falta de ese interés por escuchar estaciones de radio que reporten la situación vial de la ciudad me adentré en mi avenida favorita desde ese día, el viaducto miguel alemán.
El embotellamiento no era nada mediocre así que me hice a la idea de que iba a tener demasiado tiempo para pensar en cualquier cosa y en ese momento, sucedió! Mi suerte comenzaba a cambiar cuando mi auto, fiel amigo desde hace 8 años, se apagó en medio de aquel magno monstruo citadino lleno de luces y bocinas chillantes y emputadas. Estaba lloviendo y yo en el segundo carril de los centrales! Qué hice para merecer eso, nadie nunca lo sabrá. Intrépidamente -vestida con una falda, tenis, playera sin mangas y sudadera- me baje del auto para empujarlo, yo sola, al carril de baja y aminorar la furia de mis vecinos. Al final, lo logre, me volví a meter y tras repetidos y varios intentos fallidos de encenderlo decidí hablar por celular al seguro y que viniera a rescatarme, pero la suerte se rehusaba a estar conmigo en esos momentos difíciles y el crédito, pero lo que es peor, la pila de mi celular, se terminaron. Lo único bueno de todo esto fue que todos los coches del viaducto se pararon súbitamente y el trafico no avanzaba más. Así que me ví entre dos posibilidades, quedarme llorando en mi coche hasta que amaneciera o bajarme en medio del tráfico y la lluvia y pedir un celular a algún automovilista cercano. Opte por la segunda, y creo que es difícil negarle a alguien caminando entre la lluvia densa un minuto de crédito así que me fue fácil encontrar un chico que me ayudara, quiero pensar que lo motivó fue la solidaridad y no mi falda empapada.
En fin, el seguro me pidió calma, y prácticamente me dijo que no pasarían por mí debido a que yo estaba en un lugar de “difícil acceso”, después de mentarles la madre les colgué, sin saber en qué lugar me encontraba yo metida, y llame a mi casa para decirles que probablemente no llegaría nunca. Como respuesta a tal comentario mi padre usó mis últimos segundos de pila para decirme, voy para allá! (obviamente nunca llegaría)
Justo después, se acerca un hombre a mi ventanilla y me da la noticia: Hay hielo en el puente, y esta inundado! Esa era la razón por la que no iba a venir por mi el seguro, y la escena no era en ningún sentido alentadora, comenzaron a sonar cualquier cantidad de sirenas, bomberos, policías, ambulancias, grúas y las luces de los coches comenzaron a apagarse, la gente se bajaba de los coches y yo seguía sin poder prender mi auto.

Como para ser una queja contra la vida en esta ciudad descuidada, este texto ya se volvio muy largo, así que me apresuraré a contar el final. Las horas se pasaron rápido en medio de toda esa pesadumbre y preocupación. Los cuerpos de rescate y auxilio terminaron su labor y el puente seguía inundado pero no era “impasable” así que los autos empezaron a arrancar y tres hombres, salidos de no sé dónde, lograron arrancar mi auto y convencerme de pasar por el puente inundado. Así que lo hice, y seguí mi recorrido dispuesta a abandonar mi auto si se volvía a apagar (lo hizo una vez más, pero ya seria demasiado contarles ese episodio afortunadamente fue en una gasolinera) si no fuera porque las calles de la ciudad ya estaban completamente vacías, oscuras y seguía lloviendo. Llegue a las 2 de la mañana a mi casa después de haber ido a la escuela, mojada, cagada de frió, en falda, tenis, y playera sin mangas, sin frenos y a cuarenta por hora.


mal tratados hijos de la vida urbana uníos... compartan sus historias pues.

2 comentarios:

el iván dijo...

No pues recuerda tu máxima: "A la vida hay que surfearla".

Ya liberaste el trauma de esa noche.

rainontin dijo...

Yo por eso no tengo coche, cualquier cosa solo me queda hacer como dice Bart Simpson "Caminar" con Stayin' Alive de los Bee Gees jojojo