Me sentaba todos los días a las cuatro de la tarde dispuesta a cantar con gran emoción las rolas de Mimoso Ratón junto con mi hermano. En los comerciales, me ponía a jugar con mi perrita escocesa; me gustaba jugar con ella y asustarla. Primero metía mi cuerpo empezando por la cabeza en un sleeping verde, muy grande y pesado, y ponía mis manos en cada esquina, luego las juntaba y simulaba que eran unas mandíbulas enormes, abría y cerraba mis brazos y me tiraba en contra ataque del pobre animal. Imaginaba que era un gusano gigante y ella también porque me mordía bien fuerte, aunque con respeto. Luego entrábamos a un clímax, con la adrenalina en alto nos íbamos contra mi hermano, pero como era muy pequeño, se asustaba y le daban ganas de llorar y eso nos hacía regresar a los momentos de tranquilidad. Cuando eso pasaba volvíamos a poner atención a la televisión, los tres. Mi perra disfrutaba tanto con nosotros, se sentaba a mi lado y sacaba su lengua mientras mi hermano y yo nos recreábamos viendo a un sapo, una lagartija, un abejorro, un ratón y un profesor medio ruso luchar contra la basura y la destrucción. En esa época, no pasaba de ser la cereal killer; me gustaba odisea burbujas, los transformers, chiquilladas, HI Man, y mi primer amor, según mi madre, fue Leono.
Mi oído musical se reducía a cosas melódicas y armoniosas, o bien las canciones eran solo una herramienta más que complementaba el aspecto visual de mi nana por excelencia, la televisión; era tan inocente.
Años después descubrí que el autor de los temas de mi infancia era un adicto al LSD que dio pie a las bizarradas del mundo de la música electrónica. Si bien, para mí sus canciones eran sólo los mensajes que un abejorro agigantado me podía transmitir en contra de la contaminación y a favor de la lectura, me influyeron de forma tal que nada se alejan de los gustos musicales que ahora tengo. La música esta hecha por Juan García Esquivel liderando a una orquesta enormísima, ningún sonido esta hecho a computadora. Y en realidad lo que parecían inocentes canciones infantiles eran autenticas piezas de atascamiento sonoro y virtuosísimo.
La similitud con la música que hagamos (o pretendamos hacer) y escuchemos ahora, no es mera coincidencia. Quien iba a pensar que un programa educativo tan positivo y alentador iba a formar individuos como los actuales. Ahora el ecoloco bien podría ser diputado o hasta aspirar a presidente, y la gente acamparía en las calles para ayudarlo a conseguir el poder.
Ruido, basura y smog...
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